Ayer nos tocó ir al curso psicoprofi(ga)láctico y me dio la impresión de estar en un kinder-garden para adultos. Todos estamos emocionados por estar ahí. Todo es nuevo para los asistentes. Ya les he contado que LOM y yo disfrutamos mucho de estas sesiones.
Cada pareja acude en la segunda mitad de su embarazo. Ahí coinciden parejas de apenas 20 semanas, que si no lo dicen nadie se percataría que están esperando un hijo, y los "veteranos" de 30, 32 o 34 semanas, donde ya nos encontramos LOP.
Quizá este último grupo contrasta un poco con los "novatos" en cuanto a la cantidad de la información, pero sospecho que sigue habiendo al menos dos cosas en común entre todos los asistentes: el temor al momento del parto y... todo lo que sigue a partir de ahí.
No sé si esta sensación provenga de mi hormona paranoica, que se suele activar cuando más calma veo a mi alrededor. LOM y su servilleta hemos estado muy tranquilos y serenos, empollando juntos cada que vez que podemos hacerlo y por separados cuando cumplimos horarios de oficina. La última vez que peleamos fue hace como medio kilo o su equivalente, dos semanas. Todo un récord amigos.
Ayer en la noche, esa hormona se me activó y (otra vez) empezó a segregar una sustancia que se llama miedo. Y convirtió esa tranquilidad con la que me he sentido en las últimas semanas en un preámbulo de tormenta. Hagan de cuenta que camino en una playa rumbo a un mar que retrocede. Todo está en silencio. No hay pajaritos, ni marea. Sigo caminando hacia él, y él retrocede aún más. Lo que ahora siento es que en cualquier momento aparecerá ante mis ojos una enorme ola formada con el agua que antes retrocedió. (Creo que así describieron algunos el tsunami asiático de hace unos años).
Mi imaginación no llega a ver si la ola me revuelca y me hunde o si salgo a flote. Antes, pienso deliberadamente en algo que me vuelve a tranquilizar. Es un cuarto a media luz que en el fondo tiene una cajita. Me acerco y veo que esta caja tiene unos delicados barrotes de madera. Me inclino para ver dentro de esa caja y veo un montón de mantas, medio revueltas. Hurgo entre ellas cuidadosamente y veo un calcetín. Lo tomo en mi mano y descrubro que es más pequeño que mi palma. Sigo con mi vista el bultito de sábanas rosas y frazadas infantiles y de repente me encuentro con una carita muy redonda y de ojos muy grandes. Sus ojos me recuerdan a los de alguien muy cercano. Con esos ojos me mira como si también estuviera hurgando en mi cara. Yo, mientras veo su naricita y luego su boquita, muy chiquita. No puedo menos que sonreir. Y entonces, esa boquita también me sonríe.
PD1. Hoy vamos al doc a nuestra visita de rutina. Veremos cuánto ha crecido Julieta, le tomaremos fotos y video. Habrá que ver cómo se porta hoy. ¿Habrá aprendido a hacer otra seña?
PD2. Mañana es la noche de abuelos. La Jose quiere experimentar cómo se llevan la maternidad y Lacan. Yo, por mi parte, llevo a una abuela experta en esos y otros menesteres.
PD3. Sobre el dibujo en la panza de LOM, alguien me propuso darle un toque muy argentino a esta práctica: un autorretrato. Mejor sigo pensando...
viernes, 21 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario